8.21.2012

Estamos.

Me has dejado entrar en tu piel. Estoy acercando el oído al leve discurrir de la vida reptando por tu tiempo. Estoy escuchando a la vida. Me has dejado entrar en tus ojos, y veo el mundo de niños inocentes llorando a los pies de un océano y veo el mundo de hombres y mujeres matándose en silencio con los cajones abiertos, me has dejado entrar en tus ojos y veo el mundo y ya no duele tanto, y ya no duele, y lo estamos resucitando. El mundo sigue herido pero ahora baila en tus ojos, y estoy aprendiendo a bailar, en las cornisas seguras de tus pestañas. Estoy aprendiendo a respirar, a no necesitar armas cuando no hay nadie, en la oscuridad. Me has dejado entrar en tu luz y no ciega, alumbra, calienta, como en un invierno acogedor, de esos en los que se puede dormir aunque la puerta no esté abierta. Beso el agua de tus ojos, y entonces me sumerjo en el mar salado en el que jamás nos podríamos ahogar; besas el agua de mis ojos, y derramo mi nueva vida en tus pies lindos, bellos, que caminan sin miedo, enseñándome a hacerlo, sin miedo, que me caminan, a los que sigo y no me pierdo. Estoy despierto, contemplando las montañas, sonriendo al conocer tu infancia, estoy despierto y las montañas son montañas y el mar está en tus piernas, en cualquier parte de ti donde lo quiera encontrar. Me has dejado entrar, y ahora entiendo lo que nadie me supo explicar, y ahora escucho el tintineo de platos y cubiertos que ya no tengo miedo de romper, de hacer caer; me has dejado entrar, estamos, dentro, y hablo con la vida cuando te observo durmiendo; hablo con la vida y sonrío y la entiendo, cuando te veo, viviendo. Estamos resucitando al mundo, y los niños lloran menos cuando tú los llamas, cuando tú los miras, y los hombres y mujeres se sacan levemente los cuchillos, cuando contemplan nuestras manos. El mundo sigue llorando, desconsolado, pero lo estamos resucitando. Y estamos viviendo, estamos viviéndonos, y hemos matado al tiempo y ahora el mundo es nuestro.  

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RúSè.

2 comentarios:

  1. "Me has dejado entrar, y ahora entiendo lo que nadie me supo explicar" me recuerda a la vieja imploración de oliveira "Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos".
    Qué bonito compartir una misma mirada.

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  2. ¿se puede llorar en una noche de otoño, muy lejos de aquí, por algo demasiado bello?

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